First Global Challenge, un evento que busca transmitir el mensaje de que debemos cuidar nuestro planeta, le abrió los brazos a cinco chicos del país de Argentina.
Fue un evento lleno de emociones el cual nos enseñó a apreciar un mundo totalmente asombroso, no solo en cuanto a la robótica, sino en cuanto a lo humano, lo cultural y lo social. Cada partido era uno diferente al anterior, con nuevos sentimientos, con una euforia distinta. Cada uno nos dejó recuerdos incomparables.
En cuanto a equipo, supimos destacarnos con actitudes como las de ayudar a nuestros compañeros a mejorar sus robots o aportar nuestro ingenio para diseñar estrategias increíbles que nos ayudaban a dar pelea.
Fue duro al principio pues comenzamos con el pie izquierdo. Cada partido parecía ir de mal en peor y nuestras esperanzas ibas disminuyendo con el pasar de las horas. Sin embargo, el trabajo y apoyo en equipo, fueron más que suficientes para levantar la cabeza y decir “nosotros podemos”.
Fue ese instante en el que todo pareció ir mejor. Cada vez que teníamos que jugar, íbamos con todas las ganas de mejorar y así, los gritos de felicidad se oían al final de aquellos dos minutos y medio pues teníamos una victoria más, un paso más para clasificar a los partidos finales.
Llegaba el momento y nosotros teníamos esa sensación en nuestros corazones de que habíamos clasificado, y así fue. Logramos entrar a eliminatorios con una alianza conformada por Andorra, Bangladesh y Emiratos Árabes. Todos con una capacidad muy buena a la hora de competir.
El primer partido que jugamos con esa alianza conformada, fue increíble, al punto de que pudimos ganarle al país que terminó por salir campeón mundial. Los gritos sonaban por todos lados, los países se unían en un gran abrazo y juntos nos preparábamos para jugar la siguiente partida.
Sin embargo, no tuvimos tanta suerte esta vez y nuestra alianza terminó descalificada, quedando en el puesto #7 como alianza y en la Argentina en el puesto #31.
Más allá de los lugares donde quedamos posicionados, con los cuales estamos más que satisfechos, nos llevamos con nosotros miles de recuerdos y experiencias muy enriquecedoras desde lo técnico hasta lo humano. Creamos lazos con personas de culturas totalmente distintas, aprendimos idiomas nuevos, bailamos, saltamos…fuimos y somos felices.
